Crítica artística de EMG Periódico digital sobre la exposición «Tiempo de Taller». Exposición en la sala del Torreón de Lozoya (Segovia).
La pintura de Ángel Raposo trae como reflexión que la rigurosa imitación de la mínima particularidad debe ser la aspiración del arte, pero la rigurosa y también esclava imitación de la naturaleza son propias del arte malogrado… la tarea del pintor de paisajes no es la fiel representación del aire, el agua, las piedras y los árboles, sino que es su alma y su sentimiento lo que ha de reflejarse”, señala el alemán Caspar David Friedrich.
Ángel Raposo contempla la naturaleza y elige con su retina el paisaje que desea trasvasar a la pintura. Sabe que el arte va a hacerlo más permanente en el tiempo, ya que en la esencia de la naturaleza está su carácter mutable.
Cada cuadro es la resolución de un problema planteado por el propio autor, el desarrollo sucesivo de planos para ofrecernos una visión del tema de cerca y de lejos, de perspectiva y de atmósfera. Paisajes rurales o urbanos, lo definitivo es la pintura, su planteamiento y resolución formal, que él aborda con magisterio
La paleta del artista es abierta y generosa: verdes, rojos, azules, amarillos, blancos… los colores aluden a la representación de los distintos estamentos del paisaje, suelo, motivo y celaje. Tres franjas de múltiples matices. Una combinación sabia que gradúa las horas de la luz, desde el alba neblinosa al nocturno, en el juego del arte. Ángel Raposo atrapa con acierto, en su pintura, los registros infinitos del color.